19 de marzo de 2014

Todo estaba listo. Juan Barba.



Los balanceos del bote anclado a orillas de la bahía aparentaba esquivar las pequeñas crestas de las suaves olas; esperaba a que uno de sus tres hombres a bordo, subiera el ancla para salir a navegar, a jugar con las grandes olas a mar abierto, era su fantasía y lo esperaba días y noches con los vaivenes de las mareas, a que ello sucediera. Estaba a punto…: pintado de verde  y blanco como la bandera de Andalucía, e incluso los remos  limpios y rascados de moho y óxido, las redes y  velas bien cosidas....   Era Juan un hombre muy apañado que se dedicaba a dejarlo en perfectas condiciones de conservación. Recibía de su jefe un gaje que le servía para su tabaco y algún que otro vino que se tomaba en el bar con los amigos. Estaba sentado en un rollo de maroma con uno de sus cigarros liado entre los dedos; no se consumía solo, sino que chupada tras chupada le sacaba suavemente todo lo que podía exhalar; la mirada perdida y puesta en las luces del pueblo que desaparecían  una tras otra como una orden pasada por un vigía. Amanecía Era él y una brillante estela de luz asomaba por encima del pueblo. En el borde del puerto, las mujeres y sus hijos esperaban para mandarles  el amargo adiós. Mientras que Juan meditaba  una y otra vez y con pena, la situación de su pequeña familia y de  la conversación de esa misma mañana con su mujer, de nuevo embarazad. Ya tenían un niño de tres años.
--¡No sé qué vamos a hacer Juan, con otra boca más que alimentar!
--¡Yo tampoco cariño! Cada vez que salimos a pescar se trae menos kilos de lo que se puede y somos tres, de manera que el Jefe tiene que hacer muchos  números para poder seguir tirando.
--¡Sí tirando, y tu familia empujando!
--¿Y qué quiere que haga Manuela? ¡Los trabajos escasean! 
--Lo sé, pero si queremos tener una familia en condiciones tendremos que buscar algo más.
No pasó mucho rato en el que a lo lejos, los puntitos de las lámparas de las casas, se perdieron en el horizonte y la estela incandescente que formaba en la noche desapareció de la Bahía, dándole paso a los rayos de sol.
--Vámonos; es la hora - la voz del Jefe colocó a Juan en la realidad-  antes de que amnezca.
         Antes de salir les dieron el adiós  a sus familias y un tanto hicieron ellas. Los tres y al unísono se pusieron manos a la obra.
         Izaron las velas y agarrados a los remos, navegaron hacia el mar abierto, eligieron un sitio por intuición y echaron las redes; pasaban los minutos, las horas, y llegó el mediodía. Comieron. Después de la comida el Jefe saco de la bolsa un termo con café caliente que les supo a gloria, en alta mar siempre hace más frío.  Juan se lió un cigarrillo y preguntó al Jefe si iban a sacar las redes, no hubo contestación, miro a Pedro y éste se encogió los hombros. Empezaba a oscurecer los últimos rayos de sol desaparecieron. Juan no se dio cuenta que la luna estaba frente a ellos y según avanzaba la noche su reflejo en el agua, formaba un río de estrellas; de pronto se dieron cuenta que el tiempo cambiaba y las olas cada vez venían más grandes. De nuevo la voz del Jefe les hizo despertar.
--Está bien, saquemos las redes.
Entre Pedro y Juan empezaron a tirar de ellas pero no podían, el Jefe tuvo que aportar su fuerza para poder sacar la bolsa de peces que abultaba muchísimo más que ningún otro día. No se lo podían creer, era una pesca impresionante. El Jefe comento:
--Sería lo suyo  si pudiéramos pasar inadvertidos de la Guardia Civil - dijo enfandado .
 Los tres entrecruzaron miradas sin hacer algún comentario, pero Juan, mientras encajaba los pescados, le daba vueltas al hecho de que los guardias les quitaran lo que habían ganado con sus propias manos, y por otro lado pensaba que no iban a tener tan mala suerte.
         Izaron las velas y la brisa de la noche los empujaba hacia la bahía. Estaban contentos a medias y por lo menos hasta que vendieran la pesca, no lo estarían del todo “era cuestión de suerte” aunque tenían a favor que volvían más tarde de lo común, normalmente veían la Bahía al atardecer con pesca o sin ella.
         A lo lejos se divisaba la estela de luz que formaban las luce de las casas. De alguna manera se les notaba un poco inquietos, tenían ganas de llegar pero por otro lado, temían a los guardias. Poco a poco, Juan en un remo y Pedro en otro, sin ruidos  y sin luces que los delataran, llegaron hasta el sitio de salida y echaron el ancla. No se veía un alma.
--¡No hay moros en la costa! Vamos a tratar de hacerlo lo más rápido posible antes que alguien dé el chivatazo -comentó el Jefe.  
         Recogieron y taparon todo lo que suponían pudiera delatar cualquier indicio de una gran pesca. Subieron las seis cajas de pescado bien repleta al muelle y una tras otra, las iban metiendo en el coche del Jefe que rápidamente, dio un giro a la llave de contacto y el motor se puso en marcha.
         Todo estaba saliendo bien, pero aun no habían salido del puerto cuando unas luces de colores rojas y azules reflejaban en el retrovisor interior. El Jefe quiso acelerar pero Pedro dijo que no era buena idea, que mejor sería intentar el dialogo. No solo requisaron todas las cajas sino que además le pusieron una multa al Jefe y la prohibición de pescar por un tiempo.
         Apenado, triste y con las manos en los bolsillos Juan se encaminó al bar de costumbre a tomar unos vinos; no quería contar a Manuela lo que había pasado. Mientras se acercaba a la barra se quitó la gorra, y la manga de la chaqueta le sirvió para limpiarse las gotitas que asomaban por su nariz, que se dejaron sentir por el frío que había pasado en el mar.
--Buenas noches.
--¿Un vino, Juan?
--¡Claro! ¿Para qué crees que vengo aquí?
--¿Pasa algo?
--¡La vida que es muy dura!
El vaso con vino fino, lo apuró de un trago.
--¿Te lo puedo pagar mañana?
--¡Claro hombre!
         Camino de su casa se lió un nuevo cigarrillo. Manuela que estaba en la puerta lo vio acercarse fumando, con  su gorra calada hasta las orejas y meditabundo.
-- Hola Manuela.
--Mírame a la cara Juan. ¿Qué es lo que ha pasado?
-- La Guardia Civil nos ha pillado, lo siento cariño
Juan se lo contó todo.
-- No lo sientas Juan, y no te preocupes que no hay mal que por bien no venga. Juan abrió los párpados para entender a su mujer. Seguía mirándola a los ojos. Ha venido a vernos mi tía y me preguntó si estabas dispuesto a trabajar como ayudante de mi tío en su pescadería, el no está bien de salud y no tiene a ningún familiar más cercano.
         A la mañana siguiente en el portal de su casa, Manuela despedía a Juan y él con la mano puesta en la barriga de su mujer y con una sonrisa en su boca, se alejó camino de su nuevo trabajo.
Dos días después Juan entró en su bar y se sorprendió al ver a su Jefe y a Pedro que estaban charlando en la barra.
--Buenas noches
--¿Un vino Juan?
--Si y le pones lo que quieran a estos dos amigos.
--Hola Juan. “Dijo Pedro” Enhorabuena por el nuevo trabajo.
--Hola hombre. “Dijo el jefe” Eso, enhorabuena.
-- Muchas gracias. ¿Qué pasó con la denuncia? “Le preguntó al Jefe”.
--Bueno, no ha llegado sangre al río y pronto volveremos a pescar. De manera que el día que pueda hacerlo te llamaré por si puedes venir.
--Claro que sí, cuente conmigo, que si puedo iré.
--¡Ah! Otra cosa. Si te interesa seguir el mantenimiento del bote puedes seguir con ello. Ya estaremos en contacto.
Apuraron los vinos después del brindis. El Jefe no permitió que pagara Juan.
--Bueno, que haya suerte y muchas gracias por todo. “Dijo Juan”
--Adiós
El Jefe y Pedro les dijeron adiós.
Esta vez no se hizo un cigarrillo, sino que salió del bar muy ligero para contar a Manuela lo sucedido. Y en voz baja exclamó:
 ¡mi Manuela se pondrá contenta!



       

  

LA DUDA. JBV.


Abría los ojos con pesadez, sentía que de nuevo había tenido unos sueños fantásticos…, mi cuerpo aplastado en el colchón y mi mente adormilada, trataba de recordar esa parte que a medias, había vivido sin tener un final. La buscaba, intentándolo una y otra vez, las escasas escenas que recordaba, en las que fueron desarrollándose las imágenes, de una vida sencilla y maravillosa; un mundo de color: miles en primavera, el marrón en otoño, el gris en invierno y el naranja en verano.
          Noté cómo la luz de un nuevo día entraba por la ventana, miré hacia el hueco y vi el cielo azul, una pequeña sombra la cruzaba una y otra vez, pero finalmente entendí, que era producida por el vuelo de un ave. Pensé que sería un gorrión porque los oía cantar. “Lo hacían todos los día al amanecer”. De pronto, un gorrión se posó en el alféizar de la ventana y dudó entrar. Daba saltitos de un lado a otro, piando, y mirando con un ojo hacia mí entre las deprimentes rejas y con el otro, al mundo.
         A mi pesar, comprendiendo sus dudas, su desconocimiento, no tuve más remedio que gritarle. ¡Vete de aquí, no entres! ¡No ves que me pasó lo mismo que a ti! Sí, que sin pensar en la vida el pie en la jaula metí. ¡Vete de aquí, no entres! Hoy estoy recluido en este cajón de colores sí, me recuerdan lo vivido pero me engañan ¡no son colores naturales! Pero por el cielo te juro, que algún día saldré, te buscaré y cuando te encuentre amigo…
         Ahora no puedo, aún me queda, por ello te suplico. ¡VETE DE AQUÍ!


EL HALLAZGO. Ana Moreno.



Yo vivía en un bosque junto al mar, y como de costumbre mis hermanos y yo después de comer y hacer los deberes, nos bajábamos a jugar,  nos inventábamos historias, pero esta que relato,  no es inventada, ocurrió  de verdad. Mi hermana pequeña Paula y yo (Alicia), nos habíamos escondido para ver si nuestro hermano Javier nos encontraba. Cuando lo oímos gritar.
-          ¡Un tesoro, un tesoro ¡
-         ¿Un tesoro? Anda, eso no es un tesoro. – le dije dándole un cosqui
-         yo lo quiero ver, yo lo quiero ver – botaba Psuls desde su silla
Javier quería partirla. Yo se la arrebate y salí corriendo hasta casa,  mis hermanos me siguieron. Le di la botella a mamá. Mamá sorprendida observó la botella.
-         Pero esto que es, esto no es tierra tiene un sobre.
-         Yo lo quiero ver – repetía Paula nerviosa
-          lo encontrado yo. – clamaba orgulloso Javier
-         Callad, que estoy leyendo.
Mamá  nos dijo que era una carta. Y nos dijo que había dinero y que lo que contenía la botella era, una persona muerta, que eran sus cenizas, que procedía de la ciudad de los rascacielos y que el finado como le gustaba viajar, su esposa había puesto dinero, para que cada persona que lo encontrara, lo cambiara de botella, y le escribiera para seguir la trayectoria  de su marido.
-          


LAS COSAS DE MI TÍA. Ana Moreno.



Sábado por la tarde.  salíamos del cine, pasábamos por la calle mis primas y yo, mi prima al pasar por el lado de una ventana, se paró a mirar la habitación y para ver más a sus anchas, no se le ocurrió más que introducir la cabeza entre las rejas, cuando quiso  salir no pudo, tuvo que salir de la misma con la ayuda de los habitantes de la casa. Llegamos a casa y contamos lo sucedido , mi tía no pudo preguntar cómo nos encontrábamos, sólo se le ocurrió preguntar a Yolanda que sí no se había rasgado el vestido nuevo

ESTRELLA TRAICIONERA. Ana Moreno



Aún recuerdo tú mano sobre mí mano alzadas en aquel inmenso cielo negro, en busca de una estrella. Que sin saberlo marcaría en menor o mayor grado nuestras vidas.
Estábamos  tan ensimismados buscando la estrella,  que el tiempo se evaporo muy rápido, cuando quisimos darnos cuenta, era demasiado tarde.  José Miguel me acompaño en su coche a casa. Mis padres estaban muy alterados,  no sólo por las horas que era, habían intentado localizarme sin lograrlo, habían llamado a casa, mi abuelo Francisco estaba grave, y teníamos que irnos unos días al pueblo.
Una vez en  el pueblo, el abuelo no mejoraba, aunque tampoco se agravaba,  para colmo por exigencia de la empresa a papá, lo destinaron a otra ciudad, por consiguiente,  tuvimos que irnos con él, todo sucedió muy rápido y sin apenas recuperarnos de la pérdida del abuelo.

Hoy sentada en el salón de casa,  leyendo un libro,  como sí la memoria me jugará una mala pasada,  recuerdo aquella noche con nostalgia. Todavía me pregunto ¿si nuestras vidas no se hubieran separado, si hubiera aparecido la estrella, que buscábamos?.

La ocurrencia de la abuela. Manoli Cumbrera.



  De niños, todas las tardes que podíamos mis hermanos y yo, íbamos a casa de los abuelos y jugábamos en el parque Calderón.  Uno de esos días, desobedeciendo a mi abuela, y  aprovechando que no estaba en casa nos llegamos hasta el puente San Alejandro.

  - ”Mirar” ¡ qué pez tan grande!

  _¿”Adónde”- pregunté al mayor de mis hermanos.

  _Ahí,  ¿es qué no lo ves?

  _Nooo, yo quiero verlo.

  Sin pensármelo dos veces, metí mi cabeza por los barrotes , de tal forma que  no podía sacarla, con la ayuda y esfuerzo de los demás, lo logré.

  Al llegar a casa, la intuición y nuestras caras, hizo que la abuela sospechara que algo había ocurrido, cuando Pepito le contó lo acontecido temiéndome lo peor al verla dirigirse a mí, me tapé la cara, mas  a ella sólo se le ocurrió levantarme la falda y exclamar.

  -¡¡Menos mal qué te cambiaste de bragas antes de salir!! 




                                             

La ocurrencia de la abuela. Carmen Asensio.




 Un día, hace ya algún tiempo,  una chica, bastante traviesa, iba con sus hermanos al cine de su pueblo, como, además, era  muy curiosa, vio que había una abertura entre las rejas de una ventana. Y ni corta, ni perezosa, por allí metió la cabeza.; la metió, porque luego no pudo sacarla. Por más que sus siete hermanos intentaban sacarla, no había forma, unos tirando, otros girándole la cabeza, otros llorando…..
Fue tal el alboroto que formaron, que salieron los dueños de la casa. Que, por fin consiguieron sacarla, girándole los hombros  y tirando de ella desde dentro.
 Dieron las gracias educadamente y se fueron al cine.
 Cuando llegaron a casa; le contaron a su abuela lo ocurrido.
Su abuela con cara de preocupación, se acerca a la niña.
-Abuela, de verdad, que no me he hecho daño, que estoy bien- dice la niña-
 Pepe ¿verdad que no me ha pasado nada? Mira, abuela, si me sacaron con mucho cuidadito.
 Juan ¿A que  me sacaron con mucho cuidado?
Antonio ¿a que la mujer no se enfado?
Pedro ¿a que el hombre fue amable?
Lola ¿a que…….
Y así fue nombrando a  sus 7 hermanos presentes en el momento de la liberación de su cabeza.
Pero, la abuela sigue acercándose.
-Abuela, en serio que no me he hecho daño.- insiste la niña.

La abuela la coge…le levanta el vestido… y mira  si sus bragas estaban limpias.

Yo vivía en un bosque frente al mar. Isabel Lopez- Cepero




Mi casa en el bosque y frente al mar, un bosque poblado de arboles donde avistaban miles de ellos, mi casa  un paraíso de vegetación todo verde por la presencia del agua, sus playas vírgenes todavía sin tocar por la mano del hombre ,parecía aquel lugar el paraíso escuchando sin cesar el romper de las olas en sus abruptas rocas, un remanso de paz donde poder vivir sin escuchar el ruido incesante de los motores de la civilización, arboles por doquier castaños,         robles ,nogal, encina, olmo, eucalipto ,apartado de todo y ahí fue donde puse  mi casa por más señas de piedra, rodeada por esta maravillosa isla paradisiaca donde poder bañarte sin peligro y caminar por estos campos e licios de la naturaleza, con todos los dones de la civilización pero con la paz y el sosiego que,  esta casa me daba empecé a escribir sobre arboles   de los que  allí habitaban  todo sobre ellos   pero no sé porque  de pronto, me encontraba tan bien que  decidí salir a pasear  por los frondosos árboles  de esta tierra mística, rodeada de belleza por todos lados    Por cierto no he dicho mi nombre   (Gabriel) Salgo de casa para dar un paseo, por esta inmensidad que tengo por bosque, paseaba por los Grandes árboles y de pronto escucho un ruido, (quien será) me pregunte cuando a lo legos veo una figura, que creó  de persona  al llegar veo que no es tal, no es una persona sino una pareja de elfos con otra de duende, mi sorpresa va en aumento pues quien me iba ami decir, que en aquellos bosque tendría a estas personita, en la cual yo no creo pero lo que veía me decía lo contrario, quise alargar la mano para cogerlo pero se metieron de pronto en la tierra y  por mucho que busque, no los encontré, desde aquel día no  deje  de ir,  los  busque y volví a buscar pero no los encontraba, me aburrí creyendo que era todo lo imaginable menos verdad.  Seguí en mi casa  leyendo, me aburría como las ostra y de nuevo volví a salir y me encuentro rodeado de aquellas personitas, aun paso de mi casa quise hablar pero ellos no me dejaron,  yo no  me asuste pero (si) estaba  poco nervioso, les decía a aquellas personitas donde me lleváis pero sin hablar me tiraban del brazo y de pronto vi, una casa igual que la mía pero diminuta para seres como ellos, donde me en pujaban para que me acercara y tuve que tumbarme, para poder ver lo que ellos querían que viese, en el suelo más bien en la hierba, estaba tirada una joven como yo de alta, pero tenía un chocón dado y no podía le ventarse, en tonces la cogí en brazos y la lleve a casa donde estuve cuidándole hasta que se puso bien, cuando estuvo repuesta quería marchar con sus seres diminutos pero no podía (Gabriel) le dijo, tuno eres  diminuta no puedes entrar en sus casas como es que está con ellos,  me perdí de mis padres hace muchos años, siempre he vivido con ellos, son mi familia no conozco a otra ellos han cuidado de mi siempre y yo de ellos, para que nadie los pudieran ver ni  cogerlos y que le hagan daño, tu lo has visto porque caí en un pozo y dijo (Gabriel) como te han podido sacar, llevan muchos día intentando sacarme por fin lo  hicieron pero sus  medicinas aunque muy buenas, ne se citaba mas por eso al verte fueron ati por cierto me llamo (Cintia yo Gabriel)para que pudieras ayudarme, pero ahora ya tengo que volver con ellos pues estoy restablecida, siempre estaremos endeuda contigo si alguna vez necesita de nosotros toma, dándole un silbato para que lo llamase si lo necesitara, saliendo fuera donde lo esperaban sus amigos se despidieron con un fuerte abrazo y de sa parecieron,  allí quedo (Gabriel)  sin saber  lo que avía ocurrido era verdad o fruto de su imaginación, pero que lo ocurrido en el campo le sirvió para  creer un poquito  más en el ser humano,  aun que esas personas eran diminutas  no todo era  maldad ,  engaño y su superchería, abrió la puerta de su casa, y decidió ponerse a escribir, nadie  creería lo que él vivió pero que tenía que escribirlo, aunque fuera como cuento y así la novela de (Gabriel) dio comienzo en aquel remanso de paz donde conoció a sus amigos los pequeñines fin      
                                         

   

Es un plato que se sirve frio. María Jesús Conejero.


Cascó un huevo contra el borde del plato y dejo que el contenido se escurriera. La clara colgó de la cascara sin caerse del todo y echo mano de otro huevo repitiendo la operación y así media docena de veces más. A continuación mezclo las papas cortadas con los huevos revueltos. Algo de cascara tendría pero a papas y huevos no le iba a ganar nadie.
Estaba muy nerviosa, tenía que darse prisa  pues el tiempo era limitado. Y no era por el premio, al menos no por ese,(  que era una porquería). Ella esperaba conseguir otro mejor…
-¿no deberías haber frito las patatas antes de mezclarlas?- rio Helena,  que a su lado hacia otra tortilla para el concurso.
-es una receta nueva –contesto Marta,  que hasta entonces no había advertido ese ¨pequeño¨ error. (Toma agilidad mental) –pensó-.
Su relación a ojos de todos era magnifica, -un ejemplo a seguir- solían decir-. Nada más lejos de la realidad.
Desde que su marido la abandonara  por aquel pendón, que además era más joven que ella,  había desempeñado el papel de ex esposa moderna y comprensiva, albergando la esperanza de que llegara el momento de la venganza. Quizá fuese este, si no…  sabría esperar. Además al enemigo mejor tenerlo cerca…  por lo que pudiera pasar.
El jurado empezó la degustación. El gordo de la esquina tomo una porción de la tortilla de Marta e hizo un gesto de desagrado a sus compañeros que todos interpretaron acertadamente como: ¨ no se puede comer¨. Así que la dejaron a un lado. Este era su momento, ahora o nunca. Todos estaban expectantes por el premio, nadie reparaba en ella. Vertió parte del contenido del  frasquito que extraído del bolsillo disimuladamente, guardaba en la palma de la mano. Le pareció poco y acabo echando todo sobre un pequeño trozo que ofreció a su rival.
-Está claro que en esto también eres la mejor-musito fingiendo decepción-
Al menos ¿la probarás?.
-Quita, quita…así estará.
-Anda…– insistió  con una expresión mitad  suplicante mitad mimosa- Me lo debes, como dijo no sé quién: el buen triunfador no humilla al  vencido, lo reconforta-
-trae, pero solo un poco ¿he? Y… ¡ no me molestes mas ¡ ¡ Por Dios Marta¡, no he probado nada peor en mi vida. –Grito, para dejarla claramente en evidencia-.
“no lo sabes tú bien “se dijo para sus adentros intentando disimular su satisfacción.
A la mañana siguiente en todo el pueblo no se hablaba de otra cosa que del espectáculo ofrecido por una jovencita en el concurso anual gastronómico. Ya que el periódico local, a falta de algo más interesante, lo aireo en el dominical con material grafico incluido.
 - Parece que se encontró indispuesta,- comentaba  el periodista-  y como seria el apretón  que antes de llegar al baño se le aflojaron los esfínteres ante las atónitas  miradas de los allí presentes. En su huida -prosiguió-derribo la mesa del jurado dando lugar a que las viandas que en ella se encontraban fueran a caer sobre el liquido elemento ,que momentos antes desaguara la desdichada, lo que dejo a todos con la boca abierta más que por asombroso, que también,  por lo repulsivo de la escena. Y por si fuera poco  el violentado marido al ir tras ella resbaló cayendo de bruces sobre lo anteriormente mencionado.
-¡A esos no se les vuelve a ver por aquí¡ -sentenciaron las comadres entre carcajadas-.
-La que lo va a sentir va a ser Marta afirmo una de ellas, las demás asintieron… ¡estaban tan unidas¡



El dedo. Isabel López- Cepero


El doctor alejo murió asesinado. Indudable mente  murió estrangulado. Nadie
Había entrado en la casa, indudablemente nadie, y aunque el doctor dormía con
El balcón abierto, por higiene,  era tan alto su piso que no era de suponer que por
Allí hubiese entrado el asesino.
La policía no encontraba la pista de  aquel  crimen, y ya iba a abandonar  el asunto,
Cuando la esposa y  la criada del muerto acudieron des pavorida, a la jefatura,
Saltando de lo alto de un  armario había caído sobre la mesa, las había mirado
Las había visto y después  había huido por la habitación, una mano solitaria y
Viva, como una araña, allí  la habían dejado en cerrada con llave en el cuarto.

Llena de terror, acudió la policía y el juez, era su deber, trabajo les costo
Cazar la mano, pero la cazaron  y todos le agarraron  un dedo, porque era
Vigorosa como si  en ella radicase junta  toda la fuerza de un hombre fuerte.
¿Qué hacer con ella  ¿Qué luz iba arrojar  sobre el suceso  ¿Cómo sentenciarla
¿De quién era aquel dedo ,      nadie sabía   de quien era ,  pero debía de ser de alguien,

Porque sino a que fin,  matar, porque,  por algo seria  y estas preguntas y otras  se hacia el
Jefe de policía, pero de pronto recordó, un hecho ocurrido bastante tiempo atrás  recordó
Aquella mano   que le faltaba un dedo, como fue, y quiso recordar que a aquella mano
Le faltaba un dedo, y que  ese dedo nunca se encontró,  y he  aquí porque el dedo, mato al doctor Alejo  porque teniendo su mano a la cual estrujo,  machaco y tiro en la basura
Sin el dedo que faltaba, se vengó de el cortándole el cuello,




LAS OCURRENCIAS DE LA ABUELA. Elena Jarque





Es domingo,ya todos están  arreglados para ir al cine. 
-Carmen ten cuidado con los pequeños, no los pierdas de vista
_Si abuela _
E la puerta la esperaban
-¿Hoy tan bien tenemos que ir con la plebe ?  -dijo a su herrmana torciendo el morro
_ Sin ellos no me van a dejar salir

-Vamos temprano, nos sentamos en la plazoletas mientras ellos juegan.....
-Haber no vengáis a molestar, Carlos, Ana, cuida de Ines
-Es la mas pequeña y la mas revoltosa
Todos correteaban de aquí para ya jugando al esconder, detrás de los arboles ,re matojos, monumentos. Ya  cansada del mismo sitio, Ines decide buscar otro escondite, vio un balcón con unas contra ventana abierta  y sin pensarlo metió la cabeza y giraba su cuerpo para termina de entrar pero se quedo atascada, ni entraba ni salia, Ines asustada empezó a llorar. Carlos y Ana la buscaban no la encontraba .
Carmen entusiasmada  con su novio, ni se enteraba , llegaron  corriendo
- no encontramos a Ines
-¡ Hay dios mio la que me ha caído! Vamos a buscar bien, muy lejos no puede estar.,
_en la otra esquina hay un barullo de gente
-a medida que se acercaba se escuchaba un llanto
-¡ Ines! –
un hombre por dentro la cogía por la cabeza , desde fuera la levantaban y le giraba el cuerpo intentando meterla para dentro,ya que para fuera no salía.
¡ Es mi hermana ! –
por fin entro por los barrotes ,al instante salio por la puerta con cara de niña buena  y corrió a los brazos de carmen .
-¡Anda vamos para casa!
Carlos y Ana iban por delante y nada mas llegar se lo contaron a la abuela, esperándola en la puerta le pregunta
- ¿ tienes las bragas limpia?
 





A veces las cosas salen bien muy bien. Elena Jarque




 A veces las cosas salen bien muy bien . Pensaba Carla, porque como este día no lo olvidaría jamas. Un rayo de sol le dio en la cara,
-        ¡Dios mio! ¿que hora es?
De un brinco puso los pies en el suelo mirando el reloj

-        -  No llegare a tiempo.- murmullo mientras
Se mete en la ducha.

-         - ¡hay ! El agua esta fría, -  se acabo el gas¡ ufff !.
Tiritando sale de casa en busca del coche.
-         -¡ O no!l
e habían aparcado un coche en doble fila y no podía salir, tocaba el claxon y no salía nadie¡
-         - no llegare a tiempo !
-         Decide coger autobús que la dejaba cerca . Miraba el reloj.
-        - Esto va a paso tortuga¿ cuantas paradas va hacer?,bueno por fin. se abren las puertas , al bajar el tacón entra en la ranura de la al cantarilla, el zapato se quedo atascado y el pie vino a parar en un charco.
-         -  Uf¡sera posible! Se seco los pies con los clinez y rajando empezó a caminar, ya estaba cerca.
  Al abrir la puerta, se encuentra a varias chicas bien arreglada esperando.  Se acercó a la secretaria. - Disculpe hoy tengo una entrevista. - ¿ Su nombre?
-        Carla  Arizal
-         – Si siéntese ahora la llamaran,
-        Llegue a tiempo. Se sienta saca la botella de agua del bolso, cuando justa mente esta bebiendo.
-        - ¿ Carla Arizal? .del sobre salto, la botella viene a parar a la falda
-         - ¡Mierda! . Se sacude con el bolso por delante de la mancha y mucho  mas nerviosa , entra en el despacho, se sentía como en una nube. Escuchaba respondía ni sabia que hablaba.
 Se fue ha casa dando un paseo, estaba desilusionada  las cosas no le había salido bien
Ya de noche reunida con su novio y amigos, le contaba lo que le había sucedido cuando uno de ellos le dice.
- bueno y al final¿ que  te han dicho ?
– pues me mandarían un correo, pero la verdad con las cosas que me han pasado no creo que haya pasado esta prueba, ni siquiera he  mirado el móvil.
-        pero de todas manera miralo. Saca el móvil del bolso
-        toma  miralo tu, le dice a su novio. El , empieza a reír y va pasando el móvil de mano en mano,carla los mira

- ¿ que pasa?. todos la miran y le dicen `` AL FINAL LAS COSAS TE HANSALIDO BIEN´´

EL ADIOS. Elena Jarque




El gorrión se posó en el alfeizar de la ventana y dudó en entrar .Enna desde la puerta de la cocina lo

 estaba viendo con su madre con nostalgia,  ya su madre le había contado lo que pasaría con el

 tiempo.

-¿Te acuerdas mama cuando lo traje a casa?

Era tan pequeñito, con muy pocas plumas,y con su pi quito amarillo de pichón. Estaba asustado en

 un rincón del bordillo de la calle, se habría caído del nido pues no me explicaba que hacía allí.

  Cuando lo cogí entre mis manos, lo vi  tan indefenso...

 Lo metimos en una caja y con un paño imitamos un nido. Me dijiste que le podía dar pan mojado

 con agua. Durante el día lo dejábamos en la ventana de la cocina, por si los padres lo escuchaba

 piar y venían a darle de comer, pero nunca paso. El primer día le tuvimos que abrirle  el pico. Pero

 el siguiente, ya lo abría solo. Lo llame pichis por unos dibujos animados que me gustaban. Cada ve

 que nos veía abría su pico y movía sus a litas pidiendo su comida.

Una mañana entre en la cocina y de pronto me lo vi encima ¡ había aprendido a volar!

Estaba tan gracioso revoloteando al rededor nuestra, siempre abriendo su pico para que le diera de

 comer. Asta que empezó a picotear solo, todas las migas que caían las picoteaba, en el mantel

en la mano, en el suelo   una vez estuvimos a punto de pisarlo, que susto nos dimos. Y cuando se

 puso en el borde de la ventana, pensé que ese día  se iría volando, pero se dio la vuelta. Y a entrado

 y salido muchas veces, pero  ahora creo que se esta despidiendo.


-A dios pichis, que te valla bien.


Asi de bien nos lo pasamos ....



13 de marzo de 2014

SABIA QUE VOLVERIAS. Maria del Mar Alvarez


Miro al frente y a mi reloj. Falta poco para que se ponga el sol, es decir, falta poco para verlo.
Estoy sola en la estación sentada en uno de los bancos del andén. Mi equipaje son mi mochila y mis recuerdos, que vienen a mi mente cómo ráfagas de viento. Mi pobre madre a la que dejé una carta encima de su mesita de noche, mis hermanos pequeños, Andrés y Lola, y la sombra oscura de mi padre, un machista dictador y borracho al que según él teníamos que dar las gracias hasta por respirar, todo se lo debíamos a él.
La mala vida que le daba a mi madre, sumisa y amargada cuando él estaba en casa, sus gritos de noche mientras que ella hacía lo imposible  por evitar que los oyésemos, siempre intentando protegernos.
La vida no fue nada fácil para ella, se quedó huérfana a los tres años. Se crió en un asilo de monjas y con dieciseis años conoció a mi padre que trabajaba cómo técnico de mantenimiento en la fábrica dónde ella acudía de vez en cuando para llevar materiales reciclables que les proporcionaban las monjas.
Yo no soportaba aquella vida triste e indeseable, quería ser independiente, quería brillar, y con la figura estricta de mi padre era imposible. Todas las noches cuando me acostaba me juraba y perjuraba a mi misma que nunca aguantaría una circunstancia semejante.
Justo una semana antes de cumplir los diecinueve años, decidí marcharme, dejé una nota a mi madre en la que decía: “mamá lo siento no puedo soportar ésta situación que está minando nuestras vidas. No te preocupes por mí estaré bien sabes que soy fuerte y sé cuidarme sola. Os quiero.”
Con los pocos ahorros que tenía guardados del verano trabajando en el supermercado y los fines de semana en el kiosco, me marché.
Me fui a Madrid. Por internet había contactado con dos chicas universitarias que buscaban compañera de piso para compartir gastos, entregué parte de mi dinero como fianza y tuve una habitación para mí.
Las chicas me comentaron que en la cafetería de la universidad necesitaban personal, pensé que este podría ser un buen comienzo y allí me presenté.
Tuve suerte y me dieron el empleo, por las mañanas trabajaba como camarera y por las tardes me matriculé en un curso de informática y secretariado, siempre se me habían dado bien los estudios, aunque en casa tenía falta de concentración debido a los insultos y humillaciones a las que me sometía el inepto de mi padre.

Al caer la noche me sentía agotada pero antes de dormirme siempre tenía un recuerdo para mis hermanos y mi madre ¡Les echaba tanto de menos! Sentía que tenía que luchar por ellos y liberarlos de esa vida que no merecían.
En la cafetería conocí a Teresa, una señora encantadora y afable, gran idealista y comprometida con su profesión. Era abogada y daba clases a los alumnos de derecho.
Poco a poco fuimos intimando más y le fui contando algo de mi vida, ella se sorprendía y admiraba mi comportamiento y mi sentido de la responsabilidad, decía que le recordaba a ella en sus comienzos, ya que venía de una familia humilde pero con muchos valores.
 –Podías haber escogido la salida más fácil a tus problemas, cómo caer en las drogas o en la delincuencia y sin embargo has sido valiente y optaste por luchar para conseguir una vida mejor- ¡Es lo que realmente mereces! Voy a hacer todo lo que esté en mis manos para ayudarte.
¡Dios mío dicen que las casualidades no existen! Todo lo que tiene que pasarte está escrito y yo tenía que venir aquí para encontrarme con mi “ángel de la guarda”, si, era Teresa y sentía que me había estado esperando todos éstos años.
Me dediqué a trabajar duro empleando toda mi energía en centrarme y estudiar, los fines de semana acudía a su despacho cómo secretaria, ella se ocupó de suministrarme los libros y el material necesario para que yo iniciase mi carrera como letrada, depositó su confianza en mí y yo no la decepcioné.
Empezaba a ver con claridad. La mísera vida de mi querida madre y hermanos empezaba a tener los días contados.
Mi única obsesión era que mi madre tuviese una vida digna el resto de sus días.
Por eso estoy aquí sentada en la estación esperando el tren que me lleva a Badajoz, concretamente a Trujillo, mi pueblo natal. En la estación he  tomado un taxi hasta mi casa y al llegar he visto a mi hermana Lola sentada en el escalón de fuera, incrédula me ha mirado y ha salido corriendo hacia mí, se ha colgado a mi cuello con fuerza mientras me susurra al oído entre sollozos –“Sabía que volverías”-.



LIBERTAD. Maria del Mar Alvarez


El gorrión se posó en el alféizar de la ventana y dudó en entrar. Asomaban los primeros rayos de sol, cálidos y agradables. Se entretuvo un rato en el zócalo picoteando algunas migas de pan. Un festival de colores alegraban el ventanal lleno de geranios, claveles y gitanillas de cuyos pétalos todavía húmedos por el rocío se desprendía un aroma embriagador.
A medida que pasaba el tiempo y los rayos de sol se intensificaban el gorrión esperaba impaciente para reencontrarse con su admirado ídolo.
Cuanto más hermoso luciera el sol mas brillante sería su actuación.
Unos minutos más tarde llegó una golondrina que acababa de volver a su nido después de un largo periodo de migración. Tampoco estaba dispuesta a perderse el espectáculo.
Las flores también esperaban impacientes, pues les tenía robado el corazón.
De pronto se abría la ventana, una persiana de madera se enrollaba y tras sujetarla con un nudo en un cordel, asomaba una mano fuerte y ruda de dedos gruesos y piel morena que sostenía con delicadeza una jaula de gran tamaño de color dorado y con diseño árabe.
En su interior se alojaba un canario de plumaje amarillo brillante cómo el sol.
Sus gorjeos eran hermosos y afinados.
Todos lo observaban embelesados cómo si fuese un ser superior.
-¿Por qué yo no tengo un plumaje tan bello ni puedo entonar un solo trino cómo el?- se preguntaba el gorrión.
-Es tan hermoso y elegante….- suspiraba la golondrina.
Las flores se apoyaban unas en otras, mimosas y románticas dejándose mecer por la brisa y por supuesto sin quitar ojo al galán.
Estaban entusiasmados con el espectáculo cuando el canario se quedó en silencio y con mirada triste y melancólica se dirigió a ellos:
-No sé que admiráis de mí….. Nunca pasé frío ni hambre, tampoco sed. Es cierto, pero mi plumaje y mi canto sólo son dones otorgados por la naturaleza, no tienen ningún mérito a mi parecer. Por el contrario, pagué un alto precio por ellos, lo más valioso que pueda tener cualquier ser vivo “la libertad”.
Todos lo miraban absortos e incrédulos.
-Amigos, entregaría el resto de mi vida encarcelado en ésta jaula, por disfrutar de un solo vuelo hacia el cielo y obtener por una vez la visión del mundo exterior. Poder calmar mi sed en un pequeño charco de lluvia, viajar en compañía, cómo tú, querida golondrina, cuando te marchas con tus hermanas en otoño en busca de una nueva primavera.
Con tu plumaje discreto y tus pequeños trinos me conformaría, serían más que suficientes para hacerme feliz gorrioncillo.
Sin embargo, mi belleza es efímera, mis alas están atrofiadas y sin fuerza por que nunca pude desplegarlas para alzar el vuelo y mis garras son débiles. Lo único que puedo hacer es cantar, mi canto es a la libertad, por eso sois dignos de mi admiración amigos….
Todos quedaron entristecidos y pensativos después de escuchar atentamente el discurso del pobre pájaro.
Amanecía un templado y nítido día primaveral, cuando volvieron a sacar al canario en su jaula para que comenzase su concierto rutinario. No salía de su asombro cuando miró al frente encontrándose con una bandada de pájarillos alegres y alborotados, dirigidos por el gorrión y la golondrina, acudieron entre todos , con sus picos abrieron la puerta de la lujosa jaula, ayudando a su amigo a salir de ella. Conjuntamente lo sujetaron y alzaron el vuelo con él entre sus picos, volaron sin detenerse hacía el cielo azul, acercándose al sol mientras el ave reía sin parar, entonando el trino más hermoso de su vida. Era feliz…

LA MANO. Maria del Mar Alvarez


Parece ser, el Dr Alejo había pasado los últimos años de su vida investigando sobre biomecánica.
Esta ciencia se había convertido en su gran obsesión, hasta el punto de llegar a amputar la mano de un cadáver del depósito del hospital donde prestaba sus servicios.
Quería analizarla e investigar, creó un circuito biomecánico y lo instaló en su interior.
Pasaba las noches en vela , obsesionado con lograr el exíto en su experimento.
Una noche mientras trabajaba con su ordenador, observó cómo la mano comenzaba a moverse, realizando lentos y torpes movimientos con los dedos. ¡Lo había conseguido! ¡La mano tenía vida propia!
Poco a poco iba consiguiendo grandes progresos como, agarrar objetos con precisión e incluso teclear el ordenador.
Estaba muy entusiasmado por que había conseguido algo revolucionario, pero a la vez se sentía agotado, se dejó caer en la cama y rapidaménte quedó sumido en un profundo sueño.

Pasadas unas horas notó una suave caricia en el cuello, pensaba que esto formaba parte de su sueño, pero cuando tomó conciencia ya la mano le presionaba la garganta con una fuerza arrebatadora. Si, murió estrangulado, pregúntandose en qué había fallado para que su macabro experimento y la ciencia se volviesen contra él.

INSTINTO DE PROTECCION. María del Mar Álvarez



Una mañana de verano a mi hermano pequeño, que por cierto es una polvorilla, se le ocurrió la brillante idea de subirse a un árbol cercano a mi casa para coger un nido de pajarillos. ¡Pobres crias tan pequeñas e indefensas!
Colocó el nido en el pollete de la ventana de casa que daba justo al patio.
El primer dia muy decidido, se dedicó  a alimentar a los pajarillos dándoles migas de pan mojados en leche. ¡Abrian los picos desesperados por comer!
Pasados los primeros días de la novedad comenzó a olvidarse de ellos, tanto se olvidó que no les daba ni de comer, triste futuro les esperaba a las pobres crías.
Pero ocurría algo muy extraño, pasaban los días y los pajarillos seguían vivos y no sólo eso, sino que cada vez tenían mas plumas y estaban mas grandes ¿Cómo era posible?
Una mañana temprano escuche un repiqueteo de alas en la ventana, me levanté y muy sigilosamente me acerqué hasta allí. ¡Cual fué mi sorpresa! La madre de las crías se había colado por los barrotes de la reja que protegían la ventana y los estaba alimentando.
Esta escena me causó tal lástima que ni corta ni perezosa decidí devolver el nido al árbol de donde mi travieso hermano lo había robado.

Cómo era de esperar, a mi hermano no le gustó nada la idea, incluso me dejó de hablar, pero……. ¡y lo felices que se sentirían los pajarillos al estar de nuevo en casa!

ESTRELLA TRAICIONERA. Maria del Mar Alvarez.


Aún recuerdo tu mano sobre mi mano alzada en aquel inmenso cielo negro en busca de una estrella, la mía.
Me contabas un cuento hermoso, explicando el por qué de la existencia de un firmamento lleno de estrellas. Según tu teoría cada vez que nacía un niño en cualquier lugar del mundo, a la vez, nacía una estrella en el cielo, por eso se dice que ¨todos tenemos una estrella¨ la mía estaba a la izquierda de la osa mayor, era resplandeciente destacaba de las demás, o por lo menos eso me parecía.
Cuando la estrella comenzaba a perder su luz hasta que se apagaba, su otro yo en la tierra fallecía, dejando un vacío en el espacio para que un nuevo astro lo ocupase.
En definitiva, así es la vida, “dualidad”, alegría, tristeza, risa, llanto, amor, desamor, vida y muerte…
Sólo tenía nueve años, pero aquello se grabó en mi mente para siempre.
Tú ya no lo recuerdas ¿verdad?
Te limitas a observarme con los ojos hundidos en tu delgado y envejecido rostro, ausente, pero conservando aún la dulzura en tu mirada.
Tus dedos temblorosos y huesudos apenas pueden sostener la taza de leche que estás tomando sorbo a sorbo muy despacio, intento evitar que se te caiga de las manos ayudándote a la vez que te dedico una entrañable sonrisa.
De pronto el silencio de la habitación se ve interrumpido por unos suaves golpes de nudillos en la puerta:
-¿Se puede?
- ¿Cómo no? ¡Adelante!
-¡Buenos días Pedro! Qué bien acompañado estás. Vengo a cambiarte las sábanas. Ya sé que ésta noche las has mojado, pero no te preocupes por eso, tenemos que dar trabajo al servicio de lavandería también ¿no te parece?-comenta la celadora de forma jovial y enérgica mientras me guiña un ojo con gesto de complicidad.
-¡Claro que sí! Estoy de acuerdo contigo, todos necesitamos trabajar para poder vivir. –Le contesto sonriendo para intentar disimular mi tristeza.
Presentía que su estrella comenzaba a apagarse cuando me comunicó el médico hace seis meses que padecía una enfermedad degenerativa bastante avanzada.

Me acerqué  con los ojos vidriosos, le acaricié suavemente la cara, áspera por la barba sin afeitar de varios días y le besé en la frente.
-Bueno, me tengo que ir, los niños me esperan en casa, te envían muchos besos, el domingo vendremos todos a verte cómo siempre. Te quiero papá.
El me sigue con la mirada en completo silencio hasta verme salir y justo al cerrar la puerta pregunta a la celadora:
-¿Es de noche? ¿Se ven las estrellas?



EL DOCTOR ALEJO MURIO ASESINADO. Maria del Mar Alvarez


El Dr. Alejo murió asesinado, indudablemente murió estrangulado.
Esta es la crónica de una muerte anunciada. El Dr. era conocido por todo el mundo cómo un hombre serio y muy respetado en su profesión, la de médico forense. Sin embargo tenía una faceta desconocida por todos: la de un ser perverso y sin escrúpulos capaz de llevar a cabo la mayor de las locuras con tal de satisfacer su propio ego.
Se dedicaba al tráfico de órganos, su cómplice era una de las personas más influyentes de la ciudad, el juez Narváez, otro ser corrupto y narcisista, conocido en todos los garitos por su gran adicción al alcohol.
Era el encubridor de todas las artimañas del Dr., claro, siempre y cuando sacara partido de éstas, sus dotes de persuasión eran inagotables.
Un mes antes se produjo un accidente de tráfico en el cual falleció un hombre de mediana edad, murió en el acto.
El juez acudió a presenciar el levantamiento del cadáver junto a su colega el Dr. Alejo, que ya tenía preparado todo lo necesario para llevarse el cuerpo  al tanatorio y allí hacer la extracción del corazón para enviarlo rápidamente a un cliente dispuesto a pagar una fortuna por un trasplante que le salvara la vida.
Este era un viejo y repugnante pederasta que había amasado su fortuna siendo el líder de una red de pornografía infantil.
El Dr. y su falta de escrúpulos le brindaban una segunda oportunidad de vivir a este ser despreciable.
Pero el juez, arrastraba un oscuro pasado que daba lugar a su carácter déspota y amargado, había sido víctima de abusos sexuales en su niñez y juzgó en su día a éste individuo, tuvo que visionar fotografías donde se cometían verdaderas aberraciones que removieron aún más si cabe su destructivo pasado. Sufrió la impotencia de no poder encarcelarlo por falta de pruebas.

Enloqueció al ver que había sido partícipe de éste gran despropósito y sin dudarlo un momento pagó a un sicario para que fuese al hospital donde acababan de intervenir de un trasplante  de corazón a este monstruo ,y lo desconectara de los aparatos que le mantenían vivo. Seguidamente sin demora, bajó al desván y cogió una soga. Con ella en la mano partió hacia la casa del Dr. Alejo….

SABÍA QUE LLEGARÍAS. Inés Cordones.


Miro al frente y a mi reloj. Falta poco para que se ponga el sol, es decir falta poco para verlo. Nos encontramos en el museo municipal de El Puerto de Santa María, mi equipo de investigadores no ha dudado en acudir a mi llamada, saben que desde que terminé mi tesis doctoral estoy empeñada en averiguar qué significado tiene el diminuto planeta que todos los veranos aparece en las cercanías de Venus, se aprecia sólo con los potentes telescopios de que se dispone en el observatorio de la isla de La Palma. 
Mi gran amigo Javier, director del museo, sabedor de mi visita al Puerto, me invitó a ver la gran piedra encontrada en el espigón por unos pescadores, proveniente de la sierra de San Cristóbal, con incrustaciones que están en estudio.
Tengo sesenta años, agnóstica, no creo en la parasicología ni la telepatía, ni muchos menos en  milagros; ante todo soy científica, para mí, todo tiene que tener un por qué, un cuando y un cómo. Ver lo que estaba escrito en la piedra me produjo un sobresalto. Pedí a Javier permiso para que hoy, martes trece, nos dejara el museo libre, a partir de las ocho de la tarde, y además dejase una puerta abierta, prometiéndole darle detalles posteriormente.
Con la puntualidad esperada, apareció un hombre de pelo ensortijado, sobre su amplia frente  cae un rizo negro, unas gafas cuadradas dejan entrever sus ojos azules; cuello ancho y fuerte, que se une a un cuerpo que se adivina musculoso bajo un elegante traje gris. Indudablemente es extranjero y es él. Se coloca junto a la estela en cuclillas, brazos caídos hacia delante, su barbilla rozando el pecho, la coronilla dirigida hacia la ventana por donde entra el indescriptible rayo de luz reflejado por el pequeño planeta, que incide en su cabeza.

De inmediato se pone de pie, ahora luce camiseta y mallas azules, sobre ellas unos slips rojos ceñidos por un cinturón amarillo, en su torso un triángulo con bordes rojos que contiene una “S”, botas y capa roja completan su atrezo. Alza el brazo y con los puños cerrados sale volando por la ventana.

MARISOL PRIMERA. Ines Cordones.


El doctor Alejo murió asesinado. Indudablemente murió estrangulado. Era un hombre alto, atlético, elegante y sociable. A pesar de su edad, seguía siendo un hombre atractivo. Conservaba sus aires de Don Juan, así como una larga melena, ya canosa, recogida en una coleta. Todo esto y su especialidad, cirujano plástico, lo había llevado a ser asediado por muchos de sus pacientes y envidiado por sus compañeros. Sin embargo, el médico mantenía la soltería. Jamás acudió a ningún evento acompañado de pareja, ya fuera hombre o mujer.
Cuando el comisario, acompañado por su equipo acudió a su casa, avisado por la señora de la limpieza, encontró al cirujano sentado en un sillón, los ojos desorbitados, la lengua colgando y, rodeándole el cuello, su coleta. En apariencia ésta había sido el arma homicida. A su lado una caja de cartón, a medio abrir, con las pegatinas de una empresa de paquetería. Entre sus dedos un panfleto, que el comisario sin reparos comenzó a leer:
>>Marisol, le proporcionara una sensación más humana que las anteriores que usted haya podido disfrutar, al haberle añadido el nuevo componente “drisdray” al caucho. Con el  nuevo computador integrado dispone de múltiples opciones según sus gustos y necesidades. A través del teclado colocado detrás de la oreja izquierda, podrá elegir por ejemplo, que se exprese mediante insinuantes susurros, gritos de varias intensidades, palabras obscenas en distintos grados, ... que se le erice la piel, que aumente la presión de sus abrazos, … y otras novedades que encontrará detalladas en el libro de instrucciones.>>
 Llegado a éste punto, el intrigado policía escuchó:
-¡Señor! ¡Venga a ver esto!
En el dormitorio, sentada sobre el respaldo de la cama, una muñeca de plástico marchito, rubia, vestida con un picardías rojo. Por sus pecosas mejillas corrían dos lágrimas.

En su mano, un puñado de la canosa cabellera del doctor Alejo.

RECORTES. Inés Cordones.


Yo vivía en el bosque, junto al mar. Durante un tiempo, mi vida transcurrió relativamente feliz, me daban de comer, de beber, y me llevaba bien con mis compañeros.
Con el cambio de gerente la comida escaseó, así como su calidad. Hubo un ERE en la empresa, el personal quedó muy reducido. La limpieza de nuestros aposentos se redujo al mínimo. Los cuidadores ya no tenían tiempo para dedicarnos sonrisas ni caricias. Nuestra salud física y síquica empeoró.
Ante este panorama, fuimos convocados por quien en otro tiempo fue rey de la selva, nos reunimos en las piscinas donde antes danzaban orcas y delfines. Expusimos los graves problemas que nos acuciaban. Descubrí el declive de mis compañeros. Su majestad Leoncio I, no lucía su aristocrática y acicalada cabellera, ahora parecía de puro esparto; andaba renqueante y los veterinarios desistieron de hacerle una nueva operación de cadera. El altivo y musculoso gorila estaba muy delgado, parecía un faquir. El elefante hembra, después del incidente de Botswana, padecía depresión. Al tenebroso cocodrilo le daba vergüenza hablar, estaba “mellao”; un grupo de cotorras, lo estaba mortificando preguntándole que le había traído el ratón Pérez.
No todos estaban demacrados. El pavo real lucía una esplendorosa cola, que sin reparos desplegaba ante nosotros. La jirafa, esquelética, con el cuello retorcido por una contractura, le increpaba por chivato y por haberse vendido al gerente por un puñado de grano.
–No soy el único que no apoya vuestras reivindicaciones; los murciélagos me han dicho que ellos no piensan salir de la gruta, con lo asqueroso que está el parque tienen muchos mosquitos  que comer– indicó. Mientras decía esto, pasaba por delante de la llama, que se dispuso a soltarle un salivazo, pero estaba tan deshidratada que no lo consiguió, más le sentenció: – ¡Ojalá te entre un dolor miserere, y se te destiñan “toa” las plumas de la cola! –; maldiciones como éstas las había aprendido de su antiguo cuidador, un gitano andaluz.
– ¡Vamos a votar ya!, tengo que ir a darle de mamar a mis cachorros–. Señaló una enclenque tigre, cuyas costillas se confundían con sus rayas. La pobre, se negaba a aceptar que sus crías habían muerto en el parto.
Eran tan graves nuestros problemas que decidimos hacer un manifiesto con nuestras reclamaciones y convocar una huelga.
Pregunté que debía hacer, pues yo era el primero que tenía que actuar, soy el papagayo encargado de hacerme las fotos con los clientes, a la entrada del parque. Me respondieron que llegado el momento, me diese la vuelta, dándoles la espalda, y que de paso, defecara, apuntando al objetivo de la cámara.
Al día siguiente, mi cuidador no fue a buscarme. Una asociación protectora de animales había puesto una denuncia y el zoológico fue precintado por orden del juez. Entonces pensé: “tal vez ahora descubran que no tengo papeles y me devuelvan a mi hogar, el bosque junto  al mar.”


LA VENGANZA. Inés Cordones.


Cascó un huevo contra el borde del plato y dejó que el contenido se escurriera. La clara colgó de la cáscara sin caerse del todo. Echó mano de otro huevo repitiendo la operación y así media docena de veces más, a continuación mezcló las papas cortadas con los huevos revueltos. Algo de cáscara tendría, pero a papas y huevos no le iba a ganar nadie. ¡Huevos, huevos había que tener para hacer lo que ella estaba haciendo! ¿y de papas..., de Papas también estaba harta! Las hermanitas se estaban pasando con ella; ¿tanta caridad, tanta caridad…, y una mierda! La habían acogido, sí, pero a cambio, como la explotaban..., siempre recordándole que no tenía papeles, que la vida era dura fuera del convento, que siendo mulata como ella y con aquel cuerpo, repleto de exuberancias, sólo podría ganarse la vida pecando, como lo había estado haciendo hasta que escapó de sus carceleros.
Sor Juana, ¿por qué no me hace un contrato? solía preguntar con su peculiar acento sudamericano.
Siempre las mismas respuestas:
Imposible hija mía. No estamos autorizadas. No somos ninguna empresa. Nuestra misión es permanecer en clausura. Debemos rezar por nuestro Santo Padre y las almas impuras. Lástima, que seas ilegal, y no puedas entrar en la Orden–.
La hermana superiora le entregó un papel con las órdenes diarias, al tiempo que le decía:
–¡estás exenta de rezar, pero no de trabajar!
Después de fregar los baños, barrer y fregar el suelo, recoger las camas, hacer la colada, ir al gallinero,  al huerto…” ¡ni que fuera Cenicienta!”. Pensó.
Se encontraba cocinando para las monjas y el capellán que, por ser domingo, acostumbraba a quedarse a  comer tras oficiar misa. “Este también iba a recibir su regalo, y bien que lo merecía. Además de ser cómplice de la esclavitud a que la sometían las monjas, había descubierto que le gustaba disfrutar de la compañía   jóvenes imberbes.
Todo estaba dispuesto, la cáscara junto con el mejunje germinante, secreto transmitido de generación en generación a través de todas las mujeres de su familia, estaba disperso por toda la tortilla. El calor aumentaba sus efectos.


Una de sus tantas madrugadas nostálgicas, años después,  en su nueva casa, escuchó por la radio, el programa que trataba sobre casos misteriosos. Hoy lo titulaban: “El caso de las monjas vírgenes embarazadas, y un cura travestido.”