13 de marzo de 2014

ESTRELLA TRAICIONERA. Inés Cordones.


Aún recuerdo tu mano sobre mi mano sobre mi mano, alzadas en aquel inmenso cielo negro en busca de una estrella. ¿Te molesta que hablemos de ello? afirma Jesús, mirando a Mónica a los ojos, mientras sopla el café que el camarero del balneario les ha servido.
No, ahora que nos hemos reencontrado y contado todo sobre nuestras vidas, me gustaría preguntarte sobre aquello. Acabó de forma tan repentina y parrandeada, al menos para los demás ¡Nosotros no tuvimos ninguna oportunidad! ¿Verdad? dice ella, observando en su frente unas incipientes manchas oscuras. ¿Qué dijeron tus padres?
Mi padre, con fanfarronería, se lo contó a todos sus amigos, incluso en Reyes me regaló la bicicleta Orbea que tanto deseaba, ¿Y los tuyos? dice con una socarrona sonrisa, que deja al descubierto una cuidada dentadura.
Me tuvieron recogida durante seis meses, y en verano tuve que irme de vacaciones con ellos contesta ofuscada, abanicándose mientras piensa  “esa dentadura es postiza, seguro”.
Claro eran otros tiempos, imperaba el machismo, lo siento. ¿Has contado la historia alguna vez?  pregunta, advirtiendo que a su amiga le está dando un sofoco.
Si, a mi nieta la mayor, tiene dieciséis años, le gusta escribir y me pide que le cuente historias, ¿y tú? detalla ella orgullosa.
No, ya lo hicieron mis padres y mis amigos. Significó mucho para mí aquella noche ¿Qué recuerdas tú?  le  pregunta, acariciándole tiernamente la mejilla.
El temblor de tu mano, muy distinto al que tienes ahora por el Párkinsonresponde inclinando su cara y apretando la mejilla contra su mano, con mimo.
Lo que tengo grabado es el silencio, la turbación que sentí, cuando apagaron las luces del campamento… descubrir cada vez más y más estrellas… el canto del búho declara nostálgico.
-Yo recuerdo la protesta de la pinocha, cuando caminábamos hacia el descampado, donde habías escondido el saco de dormir cuenta Mónica, la boca entreabierta, las cejas fruncidas, intentando recordar algo más.
Recuerdas cuantas estrellas llevábamos antes de…
¿ Liarnos? exclama con picardía, arqueando una ceja Quinientas veinticinco, y al final no encontramos la estrella que estábamos buscando exclama, abriendo sus brazos con gesto de resignación.

 El, risueño  comenta -Nos quedamos dormidos. Llegó la más pretenciosa de todas,  con su enérgica luz veló a las demás. Nos traicionó. Nos descubrieron.

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