13 de marzo de 2014

INSTINTO DE PROTECCION. María del Mar Álvarez



Una mañana de verano a mi hermano pequeño, que por cierto es una polvorilla, se le ocurrió la brillante idea de subirse a un árbol cercano a mi casa para coger un nido de pajarillos. ¡Pobres crias tan pequeñas e indefensas!
Colocó el nido en el pollete de la ventana de casa que daba justo al patio.
El primer dia muy decidido, se dedicó  a alimentar a los pajarillos dándoles migas de pan mojados en leche. ¡Abrian los picos desesperados por comer!
Pasados los primeros días de la novedad comenzó a olvidarse de ellos, tanto se olvidó que no les daba ni de comer, triste futuro les esperaba a las pobres crías.
Pero ocurría algo muy extraño, pasaban los días y los pajarillos seguían vivos y no sólo eso, sino que cada vez tenían mas plumas y estaban mas grandes ¿Cómo era posible?
Una mañana temprano escuche un repiqueteo de alas en la ventana, me levanté y muy sigilosamente me acerqué hasta allí. ¡Cual fué mi sorpresa! La madre de las crías se había colado por los barrotes de la reja que protegían la ventana y los estaba alimentando.
Esta escena me causó tal lástima que ni corta ni perezosa decidí devolver el nido al árbol de donde mi travieso hermano lo había robado.

Cómo era de esperar, a mi hermano no le gustó nada la idea, incluso me dejó de hablar, pero……. ¡y lo felices que se sentirían los pajarillos al estar de nuevo en casa!

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