21 de octubre de 2010

Otra vez de nuevo. Mercedes Doello

La anciana Doña Braulia, empuñando un bastón se presentó en la casa de la joven que había salvado su vida.Temblorosa llamó a la puerta, como un eco lejano se escuchaba:
¡Ya va! Ante ella apareció una chica de unos 25 años de edad, pelo rubio, ojos claros
y una sonrisa risueña…
-¡Buenas tardes Doña Braulia! (Exclamó con sorpresa)
-¿Cómo usted por aquí? susurró un de nuevo que no quiso decir, pero se le escapó.
-Buenas tardes María (respondió la anciana)
-Pase usted por favor (dijo ella).
Aquella señora volvía cada tarde, a la misma hora y sin recordar que ya había estado allí.
-Venía a darle las gracias por haberme salvado la vida
-No tiene que dármelas doña Braulia, fue un placer, volvería a hacerlo de nuevo.

Sin esperárselo le agarró las manos, y mirándola a los ojos, le volvió a dar las gracias.
Aquella mente tenía una gran facilidad para olvidar los últimos cinco minutos de su vida, no acordándose de lo anteriormente vivido.
Cada día, la bautizaba con un nombre diferente: María, Ana, Lucía...pero siempre con el mismo cariño y agradecimiento con el que llegaba a su casa cada atardecer, con la esperanza de que la escuchase.
Para doña Braulia aquellos minutos que pasaba con la chica, era devolverle la vida, haciéndole dejar atrás esa horrible enfermedad a la que hace a uno olvidar.
Con dificultad y empuñando de nuevo su bastón, se dirigió a la puerta y la abrió.
Durante unos segundos, volvió la cabeza hacia atrás.
Esbozó una sonrisa y cerró suavemente.
María se quedó unos instantes mirándola, quieta, pensativa y susurró: Hasta mañana Doña Braulia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario