29 de noviembre de 2010

No todo es lo que parece. Lourdes Granados

Bajo la primera capa de barro que quitaron, apareció una imagen sorprendente, al menos ellos pensaron así. Eran dos hermanos, uno estudiante de arqueología, otro acérrimo devoto de la Virgen del Rocío.
Habían decidido restaurar la casa de la abuela, única herencia que les dejo.
El primero exclamo:
-Seré famoso antes de terminar la carrera, más que Leonardo y Darwin, el mayor hallazgo iconológico del siglo XXI.
El segundo:
-Milagro, milagro, es mi Virgen.
Se llevaron así unos minutos, incapaces de cambiar la mirada de dirección, estaban como en trance enfrente de ese muro recién excavado, hasta que a la espalda de ambos se escucho la voz de la madre.
-Chicos habéis encontrado el secreto de la yaya, y yo que pensaba que todo era una broma.

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