29 de noviembre de 2010

ARQUEOLOGOS EN CIERNES. Jose Valiente


Estábamos por el tiempo de Navidad. Se acercaban las alegres vacaciones que tan deseadas son por todos dado lo que tienen de encuentros y contactos familiares, regalos, manjares extraordinarios y otros.
El “profe” nos encarga un trabajo a presentar pasadas las fiestas; a nuestra incorporación.
El grupo del que formo parte lo componemos, independientemente del , número de alumnos que tiene la clase, a lo sumo de docena y media de alumnos los que atendemos y acogemos con entusiasmo lo deberes que se nos encomiendan. Como estamos en boca de los demás clases era natural el que nos hubieran endilgados cualquier mote: “los Empollones” por ejemplo ¡qué bonito!; ¡pues no!.Nos llaman los “Gilipollas” Esto es verdad; no lo de gilipollas, sino lo de que atendemos y tratamos de desarrollar nuestros deberes que nos encomiendan por lo que, dicho sea de paso, aunque pequemos de falsa modestia todo lo cual afirmo con respecto a mí (y a mucha honra), siempre estamos en boca de los de otras clases.
Con esta disposición nos reunimos para establecer el método de trabajo. Lo que siempre acostumbramos hacer y en consecuencia acordamos trasladarnos a un lugar ya conocido por todos: un barrizal a propósito para proveernos del material idóneo con que realizar pequeñas figuras de animales de tipos o de elementos que figuran en un paisaje navideño.
Cuando llegamos nos encontramos con que lo que siempre se nos había presentado como tal barrizal estaba cubierto por una capa de terreno endurecido. Ante este accidente cuyo culpable ha sido un cálido y seco verano decidimos cavar en profundidad hasta dar con el barro y cual no sería nuestra sorpresa cuando se nos presenta extraña figuras como de ídolos, enseres de labor o algo parecido a utensilios de defensa.
Pasada nuestra sorpresa acordamos en primer lugar poner todo en conocimiento del profesor, y este después de examinar nuestro botín acudió al Organismo oficial correspondiente y es entonces cuando nuestro grupo toma protagonismo y se produce en cadena una desenfrenada actividad: fuimos presentados ante un equipo de arqueólogos cuyos componentes nos hace infinidad de preguntas y nos invitan a visitar lo que es ya un yacimiento por lo visto de mucha importancia y nos invita a tomar parte en las labores. A partir de entonces “sufrimos” (bendito sufrimiento) entrevistas de prensa, fotos, visitas a otros centros etc. etc.
Es así cómo a nosotros los gilipollas nos conocen como ARQUEOLOGOS EN CIERNES.

No hay comentarios:

Publicar un comentario