26 de noviembre de 2010

El Gran sorprendido. Lourdes Granados


El joven Ernesto, empuñando una pistola, se presento en casa del hombre que le había arruinado.

-Va a pagar usted por todo lo que me ha hecho.

- Si muchacho, hágalo, me hace un favor.

Sorprendido y desconcertado, sin dejar de mirarlo no comprendía nada púes D. José era arrogante y orgulloso. De repente se abrió una puerta de una sala. Sorpresa todavía más grande se llevo, pues ya no había en la casa un D. José si no dos. Y pensó: cuando digo yo que lo malo abunda. Pero más raro fue cuando él segundo me animó a disparar, que le quitaría un gran peso de encima, que es lo que era su hermano para él. Y como lo último que yo quería hacer era una favor a esta persona, pues salí por la puerta igual que había entrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario